Sancho Saldaña: 32

Capítulo XXXII 32 Pág. 32 de 49 Sancho Saldaña José de Espronceda Ya vencedor, ya vencido, se ve cada cual a instantes, . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Con más enojo acometen y con brazo más pujante, espumarajos vertiendo silenciosos y tenaces. Era Sancho Saldaña demasiado buen capitán para no haber dejado algunos cuerpos de reserva con que volver al combate en caso de una derrota, por lo que metiendo espuelas a su caballo, y desesperado de rehacer a aquellos cobardes, trató sólo de renovar el combate con nuevas fuerzas. Luego que llegó a la izquierda del camino que va desde Segovia a Cuéllar, donde había dejado unos dos mil caballos, mandóles que le siguiesen, se puso al frente de aquellas tropas, y a todo galope volvió al sitio de la pelea. Estaba ya el ejército rebelde tan confiado en su triunfo, que, sin cuidar de otra cosa que de perseguir a los fugitivos, se hallaban desbandados y sin orden, impelidos del ardor que hacía...

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