Sancho Saldaña: 38

Capítulo XXXVIII 38 Pág. 38 de 49 Sancho Saldaña José de Espronceda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Que es mujer, y apasionada, ningún respeto la enfrena, Romance de Abenzulema Entre tanto Zoraida lamentaba en Valladolid la prisión de su padre, a quien ya sabía que conducían algunos hombres de armas camino de Cuéllar con intención de presentarle al rey, a quien tocaba únicamente juzgarle como embajador que se decía del rey de Aragón. Vano fuera querer pintar la sorpresa y el dolor que sintió cuando se halló al despertar sola en aquella casa, para ella desconocida, con una mujer anciana a la cabecera del lecho, que con infinitas lágrimas y no pocos suspiros le refirió la prisión de Abraham, así como la de Aarón, sobre lo cual hizo largos comentarios y dolorosas lamentaciones. Baste decir que la confusión en que se hallaban los sentidos de la desgraciada judía era tal, que...

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