Sancho Saldaña: 47

Capítulo XLVII 47 Pág. 47 de 49 Sancho Saldaña José de Espronceda Venganza pido, y por venganza anhelo, si de vos por ventura alguno tiembla que en semejante infamia sumergida su hija, su hermana, o su consorte sea; el que en sí oyere del honor el grito como en mi pecho destrozado truena, ese me siga a castigar mi injuria, y así la suya con valor prevenga. QUINTANA, Pelayo Dos días después de estos sucesos descansaban una mañana al amanecer tres hombres sentados en las riberas del río Adaja, hacia la parte de Olmedo, arropados dos de ellos en sus anchas capas, mientras el otro en cuerpo gentil parecía desafiar el aire frío y penetrante que rizaba las aguas del río. Estaba uno de ellos, que asimismo tenía trazas de ser el más principal, triste y pensativo en extremo, dormía el segundo embozado profundamente, y el tercero, que era sin duda el Velludo, se entretenía en acomodar el hierro de una flecha en un grueso bastón, cuya punta afilaba...

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