Tristana: 27
Capítulo XXVII 27 Pág. 27 de 29 Tristana Benito Pérez Galdós Notó el buen Garrido en su inválida cierta estupefacción después de la entrevista. Interrogada paternalmente por el astuto viejo, Tristana le dijo sin rebozo: «¡Cuánto ha cambiado ese hombre, pero cuánto! Paréceme que no es el mismo, y no ceso de representármele como antes era». -Y qué, ¿gana o pierde en la transformación? -Pierde... al menos hasta ahora. -Parece buen sujeto, sí. Y te estima. Me propuso abonar los gastos de tu enfermedad. Yo lo rechacé... Figúrate... A Tristana se le encendió el rostro. «No es de estos -añadió D. Lope-, que al dejar de amar a una mujer se despiden a la francesa. No, no; paréceme atento y delicado. Te regala un órgano expresivo de lo mejor, y toda la música que puedas necesitar. Esto lo acepté: no creí prudente rechazarlo. En fin, el hombre es bueno, y te tiene lástima; comprende que tu situación social, después de esa pérdida de la...
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