V. El Descubrimiento de la Literatura

Introducción

Kafka. Dibujo de David Levine

TODOS se habían estrellado contra la mirada escéptica e interrogante de Franz Kafka y se habían acostumbrado a ver sus labios firmemente cerrados en una mueca de silenciosa obstinación. Porque así iba por el mundo. Nadie sabía qué llevaba dentro. Y parece que nadie le vio pasear por el famoso Graben con los brazos cruzados detrás de la cabeza y poniendo cara de pocos amigos. Le gustaba hacerlo. En el Graben —el paseo más concurrido y elegante de Praga— cruzaba los brazos de esta forma extravagante y se complacía mirando de reojo las reacciones de los viandantes. No pasaba de ser un juego. Pero es evidente que algo empezaba a cambiar en el misterioso alumno del Instituto Alemán, personaje habitualmente discreto y nada aficionado a las extravagancias…

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