Contenido y clasificación de los sueños Su primera teoría es que, en principio, los sueños son un sustitutivo de pensamientos y afectos. Este sustitutivo, es decir, el sueño mismo, es mucho más breve; y el estímulo directo, lo que lo provoca, es, a menudo, un suceso sin importancia del día anterior. El sueño, afirma Freud —y sobre esta afirmación basa toda su teoría—, tiene dos contenidos: 1. El contenido manifiesto: lo que se recuerda al despertar. 2. El contenido latente: el significado o simbolismo que encubre. Otros dos problemas se plantean a partir de esta hipótesis: cuál es el proceso psíquico que ha transformado el contenido latente en manifiesto, y cuáles son los motivos que han hecho necesaria la traducción. El contenido latente puede revelarse mediante el análisis, y es el único digno de estudio. Freud distingue tres clases de sueños: A) Los que poseen un sentido y nos son comprensibles, es decir, los que podemos encajar en nuestra vida psíquica sin forzarnos. B) Aquellos sueños que, aunque son claros y coherentes, nos producen extrañeza, por no saber cómo encajarlos en nuestra vida psíquica. C) Un tercer grupo de los que ni tienen sentido ni nos son comprensibles; son incoherentes, embrollados. Son éstos quizá los más frecuentes. El contenido latente se refiere solamente, por tanto, a estos dos últimos grupos, ya que el primero no constituye problema alguno. Examinémoslos con más detenimiento. A) Los sueños de la primera categoría pertenecen sobre todo a los niños. Sus sueños tienen sentido y no nos producen extrañeza. Freud cuenta varios de estos sueños: «Una niña pequeña, a quien le han hecho daño unas fresas, tiene que pasar un día entero sin comer. Durante la noche siguiente murmura entre sueños: «fresas, frambuesas, bollos, papilla». Sueña que está comiendo todo aquello que supone le está prohibido.