VII. La Teoría General de la Relatividad

Introducción

PESE a este despertar en la conciencia activa de Einstein y a las alteraciones que la guerra trajo consigo, sus trabajos científicos no decayeron. Fue, por el contrario, uno de los períodos más fecundos de nuestro físico, solamente superado, quizá, por aquel otro de Berna en el que dio los primeros pasos y concibió la teoría de la relatividad restringida. Ahora es la teoría general de la relatividad la que le consume más tiempo. Incluye en su teoría de la gravitación la geometría de Riemann (1826-1866), que le permite sustituir la vieja noción de acción a distancia con las contradicciones que implica, por la de curvatura de un espacio. Concibe el espacio como cuatridimensional, curvo y finito, aunque ilimitado. Busca pruebas experimentales para sus teorías, como fue la explicación de las anomalías de la órbita del planeta Mercurio, que no cuajaban en la teoría newtoniana. En este sentido, escribía en noviembre de 1915 al físico Sommerfeld (1868-1951): «Que la solución de Newton resultó como primera aproximación, y además obtuve como segunda aproximación el movimiento del peribelio de Mercurio. La desviación de la luz en su camino junto al Sol resultó ser una cantidad doble que la anterior» y, por tanto, más fácilmente verificable. Otra de las pruebas que propuso fue la variación de la longitud de onda de la luz de las estrellas. Aunque el esfuerzo principal de Einstein estuvo dirigido hacia la teoría general de la relatividad, también su obra se orientó en otros campos, como la deducción de la ley de radiación de Planck, o el estudio del momento magnético.

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