X. Isabel y Las Herejías

Introducción

Isabel de Castilla.

LA vida de Isabel era bastante dura, pues las tareas del gobierno le ocupaban todo su tiempo, día tras día. Los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, trabajaban incansablemente. En los primeros tiempos, durante la guerra de sucesión y durante la pacificación de Andalucía, Extremadura y Galicia —pero también más tarde— Isabel recorría su reino de arriba abajo, montando a caballo y presentándose para implantar el orden por su propia mano en todos los lugares y villas donde hubiese un problema de injusticias o de odios. Se habían terminado los largos períodos que los reyes anteriores —sobre todo Juan II y Enrique IV— dedicaban a las monterías, a los paseos por los campos y bosques sin ver un alma, a la poesía y a la música, o incluso a los vicios. Todo esto había desaparecido con Isabel, ya que entendía el gobierno como una actividad que la absorbía completamente. Fernando tenía que poner en juego toda su enorme capacidad de acción, que había mostrado desde los años de su adolescencia, para seguir el ritmo de trabajo de la reina y mantener la imagen, que era también la realidad, del gobierno conjunto.

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