XI. El destino de una nación

El viejo problema de Vietnam

Todo había comenzado, para entendernos, cuando a principios de 1954, a lo largo de una conferencia de prensa, el general Eisenhower, presidente a la sazón de los Estados Unidos, elaboró la que luego sería famosa teoría de las fichas del dominó: «Ante nosotros tenemos una serie de fichas de dominó puestas en pie. Si la primera cae, caerá también la última.» Descartada China, caída ya irreversiblemente, la primera parecía ser, sin lugar a dudas, Indochina. Caer significaba, claro está, caer… en manos del comunismo. Con Eisenhower la situación fue tornándose cada día más difícil en virtud del creciente ataque de los guerrilleros del Norte y el autoritarismo, en el Sur, de Diem, su presidente. Kennedy heredó, a principios de 1961, una baza difícil. ¿Debía o no incrementar Washington la ayuda militar? Ciertamente, cabe pensar que el íntimo deseo del presidente fuera un no rotundo, pero las cifras hablan en este caso mejor que nadie: a finales de 1961 había tan sólo 1.364 soldados americanos en Vietnam del Sur; a fines de 1962 el número aumentaba hasta 9.865, y en noviembre de 1963, al morir asesinado Kennedy, la cifra llegaba ya a 15.500. En menos de tres años se había, pues, multiplicado por 11.

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