XI. La identificación con la Historia: un líder para una situación dramática (1860-1865)

Introducción

EL 6 de noviembre de 1860, toda la Unión se entera de que Abraham Lincoln ha sido elegido Presidente. Unos meses antes, un diputado de Carolina del Sur, Keitt, anunciaba que la victoria de Lincoln daría nacimiento a una democracia tan fuerte como no se había visto en la tierra desde la que surgiera en el París de 1789. «El Sur, concluye Keitt, no puede someterse, sería nuestro final.» Keitt identifica a Lincoln con la revolución. Yeso que Lincoln sale ganador en las urnas por un escasísimo margen. Ha obtenido 1.900.000 votos, frente a 1.400.000 de Douglas, y otro millón repartido entre distintos candidatos. El Norte ha volcado el medio millón de votos necesarios. En tres Estados del Sur no ha conseguido ni un solo voto. El Charleston Mercury publica la noticia en la sección: «Noticias del extranjero». A partir de este momento, la historia de Lincoln se funde con la de los Estados Unidos de América. Todas las anécdotas que puedan contarse de él en este período, aunque abundantes, carecen de sentido. Lo que importa son sus actitudes y sus frases, que ya serán siempre públicas. Porque incluso cuando un gobernante calla ante un determinado caso, su silencio quiere decir algo.

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