XII. El Canto del Cisne

Introducción

LOS últimos diez años de la vida del Greco estarán signados por una creciente amargura. Las desdichas que le ocasionaron los infinitos pleitos en que se vio envuelto, los interminables litigios para poder cobrar muchas de sus obras, dejaron en el espíritu del pintor una desagradable convicción. Sabía que no había pasado de ser un pintor secundario; sus contemporáneos le reconocían sus méritos, pero no hasta considerarle como un artista de la Corte. Apenas si debió de conformarse con ser sobresaliente en aquel palacio sin corte a que había quedado reducida la ciudad de Toledo.

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