XIII. La Necesidad de un Emperador

EXAMINEMOS ahora el gibelinismo de Dante Alighieri, güelfo por tradición familiar y educación, pero creyente sincero en la supremacía imperial sobre el gobierno político del mundo, y, paradójicamente, forzado a abrazar de manera activa una causa, la imperial, en la que siempre había creído pasiva e íntimamente. Cabe intentar comprender la verdadera índole del gibelinismo de Dante, quizá, pensando que se dio cuenta de que las circunstancias habían cambiado desde los tiempos de su padre, abogado importante y muy metido por tanto en los asuntos eclesiásticos, de los que derivaba sin duda cierta medida de riqueza, poder y privilegio, si bien fuese indirectamente, y que otros eran ahora los peligros que amenazaban el bienestar de su tierra. No había ya razón, ciertamente, de temer que Florencia, Siena o Pisa fuesen destruidas para que el castillo de su señor feudal pudiese dominar las chozas de sus felices campesinos; más bien, por el contrario, cabía temer que Italia se...

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información