XIII. No es Posible ser Judío y Alemán a la vez

Introducción

LA gran depresión económica de 1929 afectó profundamente a la estabilidad alemana, precariamente conseguida tras la guerra del 14 por la llamada República de Weimar. Hindenburg, autoritario y de tendencias monárquicas, difícilmente podía defender la democracia. El capital, por un lado, y, por otro las clases medias y el numeroso lumpen que se había producido por el grave paro obrero que causó la crisis, vieron una esperanza en el partido nacional-socialista, cuya ideología era nacionalista, racista, anticomunista y supuestamente anticapitalista, y que prometía un gobierno fuerte capaz de devolver a Alemania el esplendor perdido en la guerra del 14, y de conseguir la revisión del que consideraba «humillante» Tratado de Versalles, con el que se concluyó aquélla. La importancia numérica inicial del partido de Hitler era reducida; pero gracias a sus campañas publicitarias de masas, la represión en las calles realizadas por las S. A. (Secciones de Asalto) y la coyuntura económica y política, el número creció considerablemente.

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