XVIII. La ciencia secreta de los manuscritos

Una ciencia que muere y otra que nace

Sabido es que el origen de la ciencia se remonta, en casi todos sus aspectos, a la época helenística de la civilización griega; los inventos de Arquímedes, Euclides, Herón, Aristarco y muchos otros son el último producto de la cultura griega, una cultura profundamente intelectual al principio ocupada en los grandes problemas de la vida humana y del universo, para terminar preocupándose de cuestiones mucho más restringidas y completamente indiferentes para el destino del hombre: cuestiones de física, de geometría, astronomía, etc. La mayoría de los inventos que acompañaron a esas investigaciones no tuvieron una aplicación práctica duradera a causa de la baratura de la mano de obra esclava no especializada. La investigación helenística no era, hablando en un sentido cultural, una ciencia que nacía, sino más bien una ciencia que moría. Sin sufrir ningún percance especial, se agotó por sí misma.

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